La defensa de los cielos prístinos de Chile, un legado para la humanidad

por Hugo Gutiérrez Tarifeño – CEO INNOVACIENTE

Chile es mundialmente reconocido como el epicentro de la observación astronómica terrestre. Con el 70% de la infraestructura astronómica global proyectada para el 2030 y cielos que albergan condiciones únicas para la exploración del universo, nuestro país representa un tesoro invaluable no solo para la ciencia, sino también para la humanidad. Ante proyectos que amenazan este patrimonio, como INNA de AES Gener, debemos unirnos en defensa de nuestros cielos, cuya prístina claridad es insustituible.

Los cielos del norte de Chile, en particular en la región de Atacama, cuentan con una combinación única de baja humedad, altitud y estabilidad atmosférica. Esto permite observaciones con una nitidez y profundidad que son imposibles de replicar en otros lugares del planeta. Chile alberga telescopios de clase mundial como el Very Large Telescope (VLT) y el futuro Extremely Large Telescope (ELT). Estos instrumentos no solo expanden los límites del conocimiento humano, sino que también colocan a Chile en el epicentro de descubrimientos que redefinen nuestra comprensión del universo.

Los cielos de chile no solo pertenecen a quien viven hoy, sino tambien a las generaciones venideras, cada estrella visible desde nuestros observatorios es un recordatorio de la pequeñez de nuestra existencia y de la grandeza del universo, proteger estos cielos garantiza que científicos, estudiantes y entusiastas de la astronomía de todo el mundo puedan continuar desentrañando los misterios del cosmos por siglos.

El papel de Chile en la astronomía ha fomentado colaboraciones internacionales que fortalecen la educación y la transferencia tecnológica, beneficiando a instituciones y comunidades locales. Al mismo tiempo, posiciona al país como un guardián del conocimiento universal, preservando un recurso que no puede ser replicado.

Proyectos como INNA generan emisiones de luz artificial que degradan la calidad del cielo nocturno, afectando directamente las observaciones astronómicas y la biodiversidad local.

La región del desierto de Atacama es hogar de ecosistemas frágiles y únicos. Las intervenciones industriales pueden alterar de manera irreversible estos entornos, generando consecuencias aún desconocidas para el equilibrio ecológico.

Chile ha emergido como un destino líder en turismo astronómico. Cada año, miles de visitantes llegan al país para experimentar la majestuosidad de sus cielos, generando ingresos significativos para las economías locales. 

La inversión en astronomía posiciona a Chile como un referente global en ciencia y tecnología, atrayendo talentos y fomentando el desarrollo de industrias sostenibles.

La protección de los cielos de Chile es una causa que trasciende fronteras. Representa un compromiso con la sostenibilidad, la ciencia y el futuro de la humanidad.

Permitir que proyectos industriales comprometan este legado es una decisión que nos costará caro no solo en términos de pérdidas tangibles, sino también en lo que respecta a nuestra identidad como país.

Defender los cielos prístinos de Chile no es una elección, es un deber. Como sociedad, debemos priorizar aquello que es irremplazable, entendiendo que los beneficios a corto plazo de proyectos industriales no pueden justificar la destrucción de un patrimonio que pertenece a toda la humanidad.

El cielo de Chile es un puente hacia el cosmos y una ventana al infinito. Salvaguardarlo es proteger nuestra capacidad de soñar, descubrir y crecer.

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